Calma chicha tras el accidente en la central de Fukushima

marzo 17, 2011

El quinto terremoto más importante de la historia se produjo en Japón el pasado día 11 de marzo, fecha dolorosa donde las haya para muchos españoles por el recuerdo del atentado en los trenes de Atocha en Madrid. La autoría de los hechos aun no ha sido esclarecida y para no abundar en esta materia, que no es la de este artículo, diré que el asunto ha tomado el mismo color turbio que el de otros como el 11S en Nueva York o el atentado de 7J en Londres.

 

Un incendio en uno de los reactores de la central nuclear de Fukushima

 

A partir del momento cero el pasado viernes, los contadores se pusieron en marcha: los contadores de terremotos y réplicas en la región afectada, más de 200 ya; los contadores mediáticos que cuentan muertos, con un discurso de cifras en crecimiento exponencial a medida que vamos acoplándonos sicológicamente a cifras ya anteriores y ya espeluznantes; los contadores de historias que hablan de conspiraciones; los contadores que dejaron atrás a los muertos y desaparecidos para centrarse en el accidente / de la central nuclear de Fukushima y los contadores del cuento oficial del gobierno japonés retransmitido por otros tantos gobiernos, siempre en la línea de comunicar tranquilidad y calma a la población.

La tranquilidad y la calma están muy bien, excepto cuando las circunstancias en realidad exigen poner en marcha mecanismos de defensa y alerta más específicos.

Siempre he sentido una gran admiración por la forma elegante y calmosa com que se comportan los japoneses en las peores situaciones de la vida, no importa si son desastres naturales o tragedias personales. Siempre hay algo elegantemente zen en su actitud que inspira un profundo respeto por ellos. He tratado con japoneses en el pasado durante muchos años y puedo dar fe de que esa expresión emocional que observamos en los japoneses ante esta desgracia, muestra una actitud general ante la vida y los acontecimientos que no pueden ser de otro modo y el ser humano no tiene más remedio que aceptar.

Pero no dejo de preguntarme en qué medida el engaño de los que les gobiernan allí contribuye a esa actitud de calma y traquilidad que mantienen, al menos ante las cámaras y me pregunto si todo es estoicismo zen será fruto de información veraz o si no habrá una alta dosis de falta de una foto real de lo que está sucediendo e ignorancia respecto a la verdadera gravedad de los hechos.

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Todos estamos conectados unos con otros, y Haiti es una parte de nuestro cuerpo cósmico.

enero 20, 2010

Todos estamos conectados unos a otros; esa es la la realidad. Una tragedia como la de Haiti donde tanta gente muere, sufre y lucha por sobrevivir lleva una parte de nuestro espíritu-mente colectivo a aquel lugar, nunca antes visitado por los pies, pero que ahora conocemos con el corazón que ha volado tantas veces allí desde que se produjo el terremoto. Todos esos anuncios y noticias sobre la catástrofe y las desgracias que se suceden en Haiti nos hacen sentir culpables, incluso después de haber donado lo que podemos, porque quisiéramos hacer más; quisiéramos haber podido evitar la catástrofe, especialmente cuando sabemos de qué manera completamente consciente y deliberada se produjo este terremoto a todas luces causado, como muchas otras catástrofes, por tecnología HAARP.

Lo » sabíamos » ya antes de tener la certeza y las pruebas y los indicios y la clara definición de la estrategia premeditada. Lo » sabiamos » porque nuestro cuerpo conectado a la isla nunca antes visitada nos alertó de que la Tierra, y sus leyes naturales, no eran quienes se cebaban con un pueblo pobre, miserable y arrasado por la desgracia durante tantos años. Ni la Tierra, madre cariñosa, generosa y adorable, ni Dios tienen esas » manazas » desconsideradas y odiosas que nos permiten intuir desde lejos la mano del Hombre; ¿del hombre? ¿o del monstruo en que se ha convertido algún que otro hombre?. La Tierra avisa y avisa con tiempo porque nos ama más de lo que podemos imaginar.

Viajar a Haiti todos en tropel, algo ya dificil de lograr, no ayudaría mucho porque no sólo se requiere llevar ayuda, sino también limpiar el terrible destrozo, evitar pandemias, llevar agua que sea suficiente para todos. Sin embargo, sí podemos hacer algo maravilloso desde cualquier lugar del mundo y del universo. Podemos llevar nuestro amor infinito desde donde estemos para que la desesperación no se extienda y quién pueda vivir, viva. Podemos llevar oraciones desde nuestro corazón conectado directamente a la isla nunca antes visitada para que aquella gente pueda reponerse pronto con el amor de los demás y pueda construir algo parecido a un futuro. Podemos intentar llevar nuestro deseo de paz y amor auténticos para que los invasores no tengan lugar alguno donde quedarse, ni donde esconderse, ni en la isla nunca antes visitada, ni en ningún lugar de este planeta.

Que se vayan. Que se vayan. Que perezcan. Que desaparezcan. Que vuelvan al agujero del tiempo y odio del que esa basura salió y que jamás puedan encontrar un soplo de aire en esta Tierra que les permita seguir vivos.

Ese es mi deseo para Haiti y su gente.