De todos los engaños que envuelven hoy en día a la humanidad, no he descubierto aun ninguno que haya engañado hasta la fecha a tantas personas de tantos y tan diferentes credos, visiones del mundo, antecedentes políticos o personalidad.
Desde los que saludan con el “Namaste”, sin saber qué es lo que dicen exactamente y cual es el origen del uso, tan extendido en nuestros días, de esa palabra; a los que hablan de un tal “Maitreya” sin conocerlo, pasando por los que se apuntan a talleres de Kabalah, como quien se apunta a encaje de bolillos, a los que creen que profundizan en su sabiduría si aprenden a “canalizar” a “sabios maestros del más allá”, o los que leen a Helena Blavatsky creyendo que era una santa y pura, todos han caído, en un grado o en otro, en alguna trampa de la Nueva Era, y su nueva religión mundial.
De hecho, este análisis me ha obligado también a mi a analizar todos y cada uno de mis gestos y palabras o pensamientos, conscientes e inconscientes, que pudieran tener alguna relación con todo esto y de entrada digo que aquí no se salva nadie. Lo importante es enmendar el error a tiempo, no caer más de la cuenta y ver por uno mismo los propios errores.